Es clave vincular impuestos con servicios que recibe el contribuyente
En la Argentina solemos hablar de impuestos como una carga, una obligación que muchos sienten pesada e injusta. Los impuestos nacionales y provinciales y las tasas municipales son muchas y elevada...
En la Argentina solemos hablar de impuestos como una carga, una obligación que muchos sienten pesada e injusta. Los impuestos nacionales y provinciales y las tasas municipales son muchas y elevadas, lo que afecta el bolsillo de las familias y la competitividad de la economía.
No solo se trata de bajar la carga tributaria, sino de modificar las percepciones del contribuyente. Parte de la percepción negativa nace de una desconexión: el contribuyente no siempre logra asociar lo que paga con lo que recibe. La distancia entre la recaudación y los servicios que impactan en la vida cotidiana debilita la confianza ciudadana y, con ella, la cultura tributaria.
Un reciente trabajo académico del argentino Ricardo Truglia (UCLA), titulado Tax Dollars and the Government’s Role in the Economy, confirma esta idea con evidencia empírica: cuando el ciudadano puede ver de manera clara y concreta cómo sus impuestos se transforman en beneficios tangibles, su disposición a pagar crece de manera significativa.
Los municipios tenemos un rol central en este sentido. Somos el nivel del Estado más cercano al vecino, el que se encuentra cara a cara en la recolección de residuos, el arreglo de una plaza, la seguridad local, el bacheo de una calle o el funcionamiento de un centro de salud o educativo. Ahí se juega la legitimidad de la gestión y también la aceptación del sistema tributario.
Por eso es fundamental que fluya la información hacia el contribuyente. Explicitar cuánto se recauda, cómo se gasta y en qué se traduce cada tasa o impuesto. Si el vecino ve que la tasa municipal vuelve de manera concreta en ciertos servicios será más propenso a pagar.
ConclusionesLa experiencia académica y la práctica de gestión municipal coinciden en un mismo punto: la transparencia fiscal es indispensable. Informar de manera comprensible cómo se distribuyen los impuestos no solo mejora la confianza, sino que fortalece la cultura cívica y la legitimidad de la política tributaria.
Como bien señala el estudio de Truglia, la moral tributaria depende de percepciones subjetivas sobre el destino del gasto. Y hay una verdad evidente: los vecinos, los contribuyentes, están más dispuestos a pagar tasas o impuestos cuando sienten que reciben algo a cambio.
El experimento se hizo en Dallas con los impuestos a la propiedad y su destino a escuelas públicas locales. Se preguntó a familias qué porcentaje del impuestos a la propiedad va a las escuelas, y los contribuyentes subestimaban el % real. El grupo al que se le informó que parte de su impuestos va al sistema escolar de sus hijos, tuvo una mayor disposición a aceptar la carga tributaria. Los hogares con hijos en edad escolar reaccionaron mucho más fuerte, en una magnitud del 15 % respecto de los demás.
El poder de la comunicación se potencia cuando el ciudadano advierte que un recurso público lo beneficia directamente a él o a su familia: esa personalización hace que el esfuerzo tributario deje de ser abstracto y se convierta en un aporte con sentido.
En definitiva, el estudio aporta evidencia valiosa para el diseño de políticas fiscales más efectivas, que se centren en tres pilares: la comunicación, la gestión eficiente y la construcción de confianza. Los gobiernos no solo deben bajar la carga tributaria sino explicar adonde se benefician los vecinos con el impuestos que pagan Ese es el camino hacia una cultura tributaria más justa y sostenible en nuestro país.