Japón, ante EEUU y China
Todos los países de Asia enfrentan el desafío de manejar su política exterior ante dos importantes fenómenos: el mayor poder de China, y una menor confiabilidad respecto de EE.UU. En este conte...
Todos los países de Asia enfrentan el desafío de manejar su política exterior ante dos importantes fenómenos: el mayor poder de China, y una menor confiabilidad respecto de EE.UU. En este contexto, es de interés analizar cómo el gobierno saliente y el potencial nuevo gobierno en Japón se han preocupado y preocupan por manejar sus relaciones con EE.UU. y China. Este desafío fue asumido por el exprimer ministro Shigeru Ishiba, elegido en octubre de 2024, con foco en la seguridad y la estabilidad regional. Elegido a partir de una alianza entre el Partido Liberal Demócrata (PLD) y el Komeito, este exministro de Defensa consideraba que la relación en materia de seguridad con EE.UU. era la piedra basal de la diplomacia japonesa. Así, llegó a proponer la creación de una OTAN asiática y fue el primer líder asiático en reunirse con el presidente Trump.
Pero si su intención era fortalecer las relaciones con EE.UU. y potenciar la seguridad en el Indo-Pacífico, Tokio presenció con sorpresa un cierto aislacionismo de parte de Washington, el tradicional balanceador offshore en Asia. Esto se notó en la disminución de la importancia del Quad para EE.UU., con su relativo alejamiento de la India, y en el poco interés en una alianza trilateral militar Japón-Corea del Sur-EE.UU. En lo económico, esta tercera potencia global, defensora del orden internacional de la post Segunda Guerra Mundial, ve con preocupación cómo EE.UU. socava en los hechos los pilares de ese orden. Y más allá de sufrir las tarifas del 15% a sus exportaciones impuestas por Washington, Tokio debe aceptar que en nuevos acuerdos económicos con EE.UU. no se mencione que deban estar basados en las reglas del mencionado orden.
Por otro lado, esta poderosa potencia industrial y tecnológica, miembro del G7 y de la OCDE, debe manejar la relación con China, un importante destino de sus inversiones y su principal socio comercial. Esta relación se basa en intereses estratégicos comunes. Por ello, Ishiba se reunió con Xi Jinping en el encuentro de APEC en Perú, en noviembre. Pero Tokio muestra preocupación por las actividades militares chinas en los mares del sur y este de China
Ahora, una nueva líder del PLD, Sanae Takaichi, primera mujer que será primer ministro de Japón, parece traer una visión más nacionalista. Esta exministra de Seguridad Económica y del Interior, fan del heavy metal y baterista, no es ajena a hacer ruido político. Es una asidua visitante del santuario Yasukini, que honra a los muertos de guerra, incluidos los ejecutados por crímenes de guerra, y que es un símbolo de su militarismo de antaño. Planea reformar su Constitución pacifista para reconocer el rol creciente de sus fuerzas militares. Hasta ha sugerido formar una “cuasi alianza militar” con Taiwan, que China reclama. Una de sus primeras actividades será recibir a Donald Trump.
En un escenario donde Japón depende demasiado, de EE.UU. para su seguridad y de China para su prosperidad, resuenan las palabras de Henry Kissinger. Para definir su rol internacional, Kissinger opinaba que Japón considerará tres posibles opciones: un énfasis continuo en la alianza norteamericana, la adaptación al ascenso de China o depender de una política exterior de carácter crecientemente nacional. Si opta por una de estas, o por una combinación de ellas, dependerá del análisis que Japón realice sobre la evolución del balance del poder mundial. Y no necesariamente sobre la base de sus alineamientos tradicionales.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/japon-ante-eeuu-y-china-nid17102025/