Generales Escuchar artículo

Agustín “Rada” Aristarán: “La magia es como el teatro: todos sabemos que te estoy mintiendo, pero nos hacemos los tontos”

Su nombre artístico fue mutando a lo largo de su carrera, como si se tratara de otro de sus asombrosos actos de magia. Hoy Agustín Aristarán es simplemente Rada. ¿Cuál es el secreto de su éxi...

Su nombre artístico fue mutando a lo largo de su carrera, como si se tratara de otro de sus asombrosos actos de magia. Hoy Agustín Aristarán es simplemente Rada. ¿Cuál es el secreto de su éxito? Un ilusionista no revela sus trucos, por supuesto; acaso la respuesta está en el talento y en la perseverancia. Nació en Bahía Blanca, se hizo conocido como el mago de las redes sociales, hasta que brilló como comediante, músico y otras facetas creativas que lo muestran como un artista completo. Ahora luce en teatro, en plena calle Corrientes, con Chanta, y en televisión, acompañando a Mario Pergolini en Otro día perdido.

A los 13 años te subiste a un escenario y ya tenías más o menos claro que el mundo artístico era lo que te apasionaba. ¿Cómo fue aquel punto de partida?

-En mi casa siempre se ponderó el tema del juego. Cuando uno juega hay un goce constante, que solo lo permite el juego, siento yo. Y cuando me subí por primera vez a un escenario, solo, porque yo ya me había subido varias veces en compañía de una banda de jazz tradicional donde tocábamos un montón de niños, ahí el goce fue, fue extremo. También fue mucho nervio. Pero fue puro goce, puro juego. Y dije: “No sé qué quiero hacer, pero va a hacer acá, en un escenario”.

¿Te sigue pasando lo mismo?

-Sí, de otras maneras, por supuesto. No es como la primera vez. Tengo otro tipo de nervios, otro tipo de presiones, de incertidumbres, de alegrías. Son diferentes. Hay muchas horas arriba del escenario. Pero me sigue pasando ese click mágico de no querer bajarme.

La magia atraviesa mucho tu vida. Pienso que crear situaciones en donde el otro no sabe muy bien lo que está viendo, tiene que ver con la creatividad más absoluta. ¿Lo sentís así?

-Sí, la magia es como el teatro. Todos sabemos que te estoy mintiendo, pero un poco nos hacemos los tontos y creemos en ese juego que está proponiendo el actor contando una historia o el mago contándote que tiene un poder mental para hacer mover un vaso a la distancia. Todos sabemos que es mentira, pero todos compramos esa mentira, tanto el que la hace como el que la está recibiendo. Yo cuando interpreto el papel del mago soy un actor haciendo de mago. La magia no deja de ser un acto, un acto teatral.

Yo siento que tu vida personal no sos nada chanta, sos muy verdadero, muy espontáneo, muy ordenado.

-Es un gran halago que me digas eso. Sí, soy muy ordenado. También sobre un escenario. En el escenario hay todo un desparpajo, pero controlado, siempre controlado. Inclusive en los momentos de improvisación y de juego. Es una improvisación controlada.

¿Qué pasó cuando llegaste a Buenos Aires y empezaste a hacerte pasar por tu propio representante, mandar mails para conseguir laburo?

-Eso no lo planifiqué tanto, se fue dando. Me divertía mucho hacerme pasar por un representante. Me parecía muy loco tener representante. Yo entendía que los que tenían representantes eran personas importantes. Y ahí me hacía pasar por uno de ellos. No hubo mucha planificación, pero sí una gran convicción. Y era decir, bueno, me voy a Buenos Aires, en Bahía Blanca ya me iba bien y tenía mi público y mis clientes. Era mago de eventos. Y yo me vine muy convencido, no sabía qué iba a pasar, pero vine a buscar que pase algo.

¿Y hoy, después de todo este recorrido, seguís teniendo esa mente de principiante de la que hablaba tu hermano?

-Absolutamente. Mi hermano, a quien quiero, respeto y admiro mucho, un día me dijo: “Tenés que ser como los japoneses, tenés que llegar y tener siempre la mente de un principiante, eso te protege y vas a aprender como una esponja”. Y lo más lindo de aprender es eso de estar abierto a lo que va a suceder, incorporarlo.

Lo más interesante de tu carrera es siempre saltar de una experiencia que ya conociste a otra nueva, ¿verdad?

-Sí, quiero eso todo el tiempo, para después volver a las otras. Pero son todas medio lo mismo, actúo de que soy músico, actúo de que soy mago, actúo de que soy actor, actúo de que soy presentador. En todas estoy actuando.

Un momento importante de tu carrera fue cuando protagonizaste el musical School of Rock.

-La música fue la excusa que yo necesité para venirme a Buenos Aires, estudiar musical. Ese fue mi objetivo, pero fue una excusa falsa que ni mi madre ni mi padre ni yo creímos nunca. Pero yo dije me voy porque quiero estudiar comedia musical. Pero sabía que no lo iba a hacer y todos lo sabíamos. Yo venía a buscar otra cosa, y después terminé actuando en los dos musicales más importantes que tuvo Argentina , y probablemente trabaje en otros en algún momento, porque me gusta mucho.

¿Tenés que creer en algo para poder crear o luego de aparecer decidís meterte ahí?

-Me tiene que dar miedo, un poco, para encararlo. Hay algo que pasa que cuando me llega un proyecto que me desafía, me sucede algo adentro. Hay algo así como muy intuitivo que me dice que lo tengo que hacer. Justo ahora con el programa de Mario , cuando él me lo propuso, automáticamente dije sí, y después me vino como una catarata de cagazo, de miedos y cosas así. Ahora estoy súper contento, la pasó bárbaro, no sentimos que haya presión, vamos felices, hay buena energía, se graba muy rápido, fluye mucho. Mario es muy generoso.

En Chanta, en el Metropolitan, componés al personaje Julio Ballesteros, y me encantó, me pareció muy interesante, porque obviamente hay algo del ADN argentino, del chanta argentino, y está bueno cómo es el recorrido de narración, a la inversa, contado de atrás hacia adelante.

-Si bien es una comedia, tiene un texto poco feliz, porque no es un tipo agradable. Si bien te reís mucho, a todos no les pega igual. Habla de la decadencia del cuerpo, de cuando uno va envejeciendo, de cómo nos vamos haciendo pelota. También habla de las miserias, y yo no sé si habla del ADN argentino, pero sí del ADN de un tipo de argentino que es muy reconocible. Y eso fue un desafío que me dio mucho miedo hacer. Son ocho edades del mismo personaje, que empieza desde su muerte, el día de su velorio, y termina adentro del útero. Hay mucho movimiento que el espectador no ve para que permitan el cambio de vestuario y otras cuestiones, que hay que hacerlos con mucha rapidez, igual que en la magia. Es muy desafiante y exigente.

¿El teatro sigue siendo para vos como un ritual que transforma al espectador más que ningún otro?

-Sí, sin duda. Porque es en vivo, porque es ahí, porque no pasa en otro lugar. Yo creo que, en estos tiempos tan apocalípticos, el teatro va a ser uno de los pocos actos revolucionarios que vamos a tener los actores y los espectadores. Va a ser un acto poético y revolucionario.

A los 22 fuiste papá, muy chico.

-De Bianca, la mejor persona del mundo. Cumple en febrero 20 años. Era tan pendejo cuando nació, que me dio miedo. Cambió todo, las reglas de juego, mi vida, mis prioridades, el lugar en el que yo estaba parado. Cambió todo. Pero como era tan pendejo y tan inconsciente también estuvo buenísimo. Crecimos junto con Bianca.

Cuando te separaste de la mamá de Bianca tuviste como un cimbronazo, te conectaste con la soledad. Te lo pregunto porque vos contás que también se puede salir de la depresión, de los momentos difíciles.

-Sí. Con Noelia tuvimos dos separaciones. La segunda fue definitiva. Cuando uno se separa y la está pasando muy mal, solo se necesita tiempo, y para los ansiosos es muy complicado eso. Pero creo que la separación es una cosa y la depresión o los ataques de ansiedad fueron otra. Fue otro momento. Obviamente pedí ayuda para poder sobrellevar ese momento tan dramático. Hoy siento que con Noelia hicimos dos grandes cosas muy importantes para nuestras vidas. Una fue Bianca y la segunda fue separarnos Y tenemos una relación maravillosa y es de las personas más importantes de mi vida. Y también me pasó que nunca lo entendí como un fracaso.

¿Cuál es tu reflexión con respecto al éxito?

-Es tan efímero y ridículo. Es una palabra ridícula. Y es muy relativo el éxito. Para mí el éxito es una cosa y probablemente para cualquiera que esté mirando sea otra. ¿Tener una Ferrari es el éxito? Para mí no. O sea, no aspiro ni por un segundo de mi vida a tener una Ferrari, no me interesa en absoluto. Entonces, para mí es se trata de algo absurdo. Cuando yo laburaba en fiestas infantiles me sentía el rey, me sentía Batman, estaba laburando y vivía de lo que amaba, que era hacer eventos infantiles como mago. ¿Y quién me podía decir que eso no era el éxito? Me sentía recontra exitoso. El éxito no es a dónde llegás, sino todo lo que fue pasando hasta ese momento. Por eso yo nunca busco llegar a ningún lugar, y es lo que le cuento siempre a Bianca.

¿Fue importante la formación para vos?

-Tengo una formación muy poco tradicional. Tengo un bardo con eso, de decir por qué no lo hice académicamente. Yo me formé más de la práctica a la teoría. Siempre busqué fundamentos teóricos de lo que estaba haciendo. Necesitaba entender el por qué pasaba lo que pasaba. Entonces estudiaba después de hacerlo. Yo me convertí en mago antes de ser mago, porque hacía magia y después entendí por qué estaba haciendo lo que hacía.

En este programa hacemos foco en el aura, en eso que tiene una obra que la hace irrepetible, aun con la inteligencia artificial. ¿Dónde está el aura en tu obra?  

-Creo que lo que hago es real. Estoy convencido de lo que estoy haciendo. Estoy orgulloso de lo que estoy haciendo. Inclusive hasta cuando hice cagadas. Creo fuertemente en lo que hago. Más que creer, estoy convencido. Eso traspasa, se nota si uno hace algo de verdad o no. Hay que estar convencido de lo que uno hace. Eso es el aura.

¿Y ahora de qué estás convencido, además de tus trabajos en teatro y tele?

-De la película que se va a estrenar, Parque Lezama, de Campanella. Tenerlo enfrente a Eduardo Blanco y que de pronto entre en plano Brandoni, fue increíble, hermoso. Y también estoy esperado que se estrenen dos series, Envidiosa y El encargado. Estoy muy muy contento.

Te interesa la industria, no sos un actor hippie, nunca lo fuiste.

-No, nunca. No desde que gané mi primera plata. Me acuerdo de que Verdaguer decía que el 30 por ciento de las ganancias de un trabajo hay que guardarlo, el 30 por ciento se reinvierte, con el otro 30 por ciento se vive, y con el 10 por ciento restante se hace lo que uno quiere. No se pregunta para qué es. Es en un lugar súper ideal eso. Soy muy organizado, me gusta saber de todas las áreas, salvo de la cuestión administrativa, que la detesto, por eso tengo una persona que se encarga de eso. Me gusta ganar plata, vivir bien y disfrutarla. Y disfruto mucho de los viajes que hago con Bianca.

Por Mariana Arias

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/videos/agustin-rada-aristaran-la-magia-es-como-el-teatro-todos-sabemos-que-te-estoy-mintiendo-pero-nos-nid05092025/

Comentarios
Volver arriba