“César Aira o muerte”: la insólita vigilia que espera en Flores un Nobel con humor y devoción
En el barrio de Flores, un grupo de lectores decidió que la espera por el Nobel de Literatura no podía ser un asunto solemne ni solitario. Por eso, este miércoles por la noche, con café, cervez...
En el barrio de Flores, un grupo de lectores decidió que la espera por el Nobel de Literatura no podía ser un asunto solemne ni solitario. Por eso, este miércoles por la noche, con café, cerveza y panfletos en mano, unas veinticinco personas se reunieron en la cafetería La Farmacia para celebrar una cita insólita: una "vigilia antimufa" por César Aira.
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La idea fue del escritor Daniel Meca y del editor Patricio Cero, de la editorial La Conjura, que imaginaron un encuentro entre rito y broma. Nada de apuestas, nada de supersticiones: más bien una celebración performática del “aireanismo”, culto a un autor que ya publicó más de 120 libros y que —según sus fieles— hace tiempo merecería el Nobel.
El clima fue festivo. Meca y Cero abrieron el encuentro con humor y un himno improvisado que repetía, entre carcajadas: “¡César Aira o muerte!”. Se repartieron panfletos con consignas delirantes y cada asistente se presentó como “compañero” y con el título de una novela de Aira.
“El objetivo de esta vigilia —explicó Mecca— era continuar las propias tramas que están en las novelas de Aira, pero trasladarlas de la literatura a la calle, darles cuerpo. Es decir, que ese universo delirante y desbordado tenga también un gesto práctico.” Para él, el encuentro fue un gran chiste, pero un chiste muy serio. “Vivimos una época de mucha literatura del yo. Aira, en cambio, escribe una literatura del qué se yo: una literatura que vuelve a lo primario, a la imaginación pura. Cuando uno lee más de cien de sus libros —cuentos de hadas dadaístas— entiende que su sistema no es solo escribir, sino pensar la literatura”, señaló.
Y agregó: “Aira no solo ha producido literatura: ha producido una manera de hacer literatura. En eso es profundamente borgiano. Borges inventó una forma de escribir; Aira inventó una forma de continuar después de Borges. Ambos son escritores de sistema, traductores, grandes lectores, creadores de universos que piensan la literatura desde adentro”.
En la vigilia también se mencionó su novela Aira o muerte, donde el propio Aira organiza un ejército de dobles para conseguir por la fuerza aquello que le fue negado: el Nobel de Literatura. “En esa historia, todos los libros del mundo empiezan a aparecer firmados por César Aira hasta que la Academia Sueca no tiene más opción que premiarlo porque ya no existe otro escritor posible.”
Entre risas y debates, los aireanos jugaron a un “verdadero o falso” sobre la obra del escritor de Coronel Pringles y organizaron un campeonato de títulos —hay 126 en total— para ver quién podía recordar más. Hubo argumentos sobre por qué Aira debería ganar el Nobel, pero también confesiones de lectores que simplemente querían compartir la espera.
“Había varios niveles de motivación para hacer esta vigilia”, contó Patricio Cero, editor de La Conjura y coorganizador del encuentro. “El más obvio, claro, es vender libros, pero no en el sentido literal de hoy vender ejemplares, sino en el de intervenir en la cultura. Las editoriales, sobre todo las independientes, tenemos la necesidad de inventar formas de reunir lectores, de crear nuevos lectores a largo plazo.”
Sobre las chances de que Aira gane el Nobel, Cero fue más escéptico, pero no menos entusiasta: “Al principio no lo creía, pero después empecé a notar un runrún, una especie de espíritu mundialista. Y aunque es difícil —el Nobel es muy opaco y burocrático—, ¿por qué no podría ser Aira el ignoto novelista argentino que escribió ciento cincuenta novelas y ganó? Sería una revancha histórica.”